La inteligencia va más allá de los aspectos cognitivos e intelectuales. Todas las habilidades relacionadas con el bienestar personal y colectivo del alumnado son vitales para un buen crecimiento personal, ayudándoles a construir un proyecto de vida, sano y equilibrado.
Las personas emocionalmente inteligentes son más hábiles para percibir, comprender y manejar sus propias emociones, y también son más capaces de percibir, comprender y manejar las emociones de los demás.
Saber detectar, comprender y convivir con todas las emociones forma parte de la vida y como tal deberíamos enseñar su manejo a los niños y niñas con los que trabajamos.
Aprender y hacer un buen uso de las habilidades para la vida les ayudarán a alcanzar un mayor bienestar personal, académico y social.
El desarrollo de estas habilidades fomentará en ellos valores como la colaboración, la autoestima y la solidaridad. Las podrán aplicar en sus relaciones sociales, dentro y fuera del entorno escolar, mejorando su grado de satisfacción y bienestar personal.
Por lo tanto el alumnado que aprenda habilidades para la vida, tendrá mayor éxito no solo a nivel escolar, sino en todas las áreas de su vida.
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