La frustración es un sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o cuando nos suceden situaciones no deseadas. Según la intensidad del sentimiento y nuestras características personales, podemos reaccionar ante ella con enfado, angustia...
En ocasiones se tiene la creencia errónea de que las emociones negativas no deben forman parte de nuestra vida cuando simplemente son la respuesta a la situación que vivimos, algo que sucede tanto en situaciones de frustración o fracaso. Son circunstancias temporales y es importante asumirlo, para poder seguir aprendiendo.
En la infancia creemos que todo gira a nuestro alrededor, que lo merecemos todo y al momento. No sabemos esperar porque no tenemos desarrollado el concepto del tiempo, ni la empatía para pensar en los deseos y necesidades de los demás. Cuando nos ponen límites empezamos a tolerar la frustración. Si siempre nos dieran lo que pedimos, no aprenderíamos a aguantar la molestia que provoca postergar nuestros deseos y al llegar a la edad adulta seguiríamos sintiéndonos mal cada vez que nos viéramos obligados a posponer un deseo.
Las personas con baja tolerancia a la frustración necesitan eliminar ese malestar inmediatamente.
En la vida nos vamos a enfrentar a la frustración en muchos momentos. No vamos a poder hacer lo que queramos porque convivimos en sociedad y tendremos que respetar las normas para no invadir ni molestar a las demás personas.
Si no aprendemos esta gran lección en nuestros hogares vamos a tener muchas dificultades en nuestro día a día. En nuestra vida cotidiana no vamos a ganar siempre, tendremos que esperar el turno, las cosas que no nos pertenecen no las podremos coger, las cosas no nos van a salir bien a la primera en muchas ocasiones, vamos a sufrir perdidas...
Las familias tenemos un papel fundamental para preparar a nuestras hijas e hijos a tolerar este malestar:
• No les debemos proteger de todas las frustraciones, ya que en la vida inevitablemente van a sufrirlas y deben saber enfrentarse a ellas.
• Cuando sientan frustración, hay que transmitirles nuestra confianza en que podrán resolver el problema de la mejor manera, ofreciéndoles ayuda: escuchar sin criticarles cuando sea necesario el desahogo y sin tratar de resolver el problema.
• Tener sentimientos de ira, rabia y tristeza es normal en el ser humano, pero lo que es realmente importante es la manera como se afronta.
• El mejor momento para hablar en familia sobre los excesos de ira que pueden tener en un instante de frustración es cuando haya llegado la calma, el denominado tiempo neutral del que ya os hemos hablado en otras ocasiones.
• Y debemos explicarles claramente lo que es aceptable y lo que no lo es.
En el siguiente enlace podéis acceder a una entrada elaborada por Carlos Pajuelo, psicólogo y Orientador en el Equipo Psicopedagógico de Atención Temprana de la Consejería de Educación y Empleo:
http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/2018/05/28/los-padres-que-ensenaban-a-convivir-con-la-frustracion/