lunes, 9 de octubre de 2017

¿Oyes o escuchas?


Como cada día Ernesto cogió sus materiales de la taquilla y ocupó su pupitre. Su compañero Aritz se giró y le comentó si había hecho los ejercicios de matemáticas. Ernesto estaba harto de dejarle los libros, decirle que tareas había mandado el profesor o dejarle sus ejercicios. Un grito salió de su garganta con una fuerza sobrenatural que incluso a él le asustó. El profesor le reprendió y le pidió que se calmara, Ernesto estaba muy cabreado y le dijo que estaba harto de hacer de secretario de Aritz, que le cambiara de sitio. Aritz estaba cabizbajo y avergonzado por la situación y el profesor se percató de ello.

Al finalizar la clase ambos se debían quedar para resolver la situación y sabían perfectamente dónde y cómo hacerlo.

El “Ados Toki” era un lugar donde acudir para hablar y escuchar, y tratar de resolver el problema. Cuando finalizó la clase Ernesto y Aritz acudieron a la cita junto al profesor. Este les colgó una tarjeta al cuello con dos imágenes, una oreja y una boca. Ernesto tenía la boca por lo que comenzó a hablar y explicó a su compañero que le cabreaba que siempre le pidiera las cosas a él. Cuando finalizó se intercambiaron las tarjetas y fue el momento de hablar de Aritz, este explicó que había algunas asignaturas que le costaban más, como sus padres están separados cambia de casa todas las semanas y en ocasiones se olvida algunos materiales en el traslado, no tiene muchos amigos en el Instituto y le dijo a Ernesto que le caía bien porque en muchas ocasiones le había tratado bien. Cuando finalizó de hablar volvieron a intercambiar las tarjetas y fue el turno de Ernesto. Ernesto se quedó un rato pensando y cuando habló su enfado había desaparecido por completo. Le dijo a Aritz que disculpara por el grito pero esa mañana había discutido en casa con su madre y por eso saltó de esa manera. Y le ofreció ayudarle siempre que lo necesitara. Cuando se intercambiaron de nuevo las tarjetas Aritz sonreía aliviado y agradeció sinceramente el ofrecimiento de Ernesto.

Si escuchamos y nos ponemos en la piel de los demás seremos más receptivos y empáticos, mejorando sin duda nuestras relaciones.

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