La semana pasada en el autobús dos madres mantenían una conversación muy acalorada sobre un partido al que habían acudido a ver jugar a sus hijos. Contaban, que dos padres, después de una discusión sobre alguna falta pitada por el árbitro que consideraban injusta, habían llegado a las manos. Lo que más me llamo la atención no fue que se pegaran, esta claro que es muy grave, sino que a estas madres no les parecía raro ni alarmante, era algo que sucedía habitualmente en las gradas.
El deporte es algo muy positivo para los niños, y no en lo que a ejercicio físico respecta, también les enseña valores esenciales como el esfuerzo, el compañerismo, la superación personal, la tolerancia a la frustración… Valores que les servirán para toda la vida, y que suponemos a todo padre/madre le gustaría que su hijo/a adquiriera. Pues parece ser, que cuando se trata de deporte infantil, para algunos padres/madres esto no es del todo cierto.
Hay padres/madres que pierden totalmente los papeles viendo jugar a sus hijos/as. Hacen lo que sea para que les saquen al campo y que sean los mejores, no vaya a ser que les quiten su lugar en el equipo y les vean durante mucho tiempo en el banquillo. Dan órdenes a los entrenadores, regañan a sus hijos/as (y a los que no son sus hijos/as) en los descansos, corrigen posiciones… se muestran mucho más competitivos que los/las propios/as chavales/as, y parece que vayan a desfogarse en lugar de pasar un buen rato.
Existen muchos padres/madres que creen ciegamente que sus hijos/as llegarán a ser profesionales, su sueño es verles algún día jugando en un equipo importante. De lo que parece que no se dan cuenta, es de que ejercen una gran presión sobre ellos/as en un momento de pleno desarrollo de formación del autoconcepto, de la capacidad de tomar decisiones… momento en el que buscan el reconocimiento de sus padres/madres. Les presionan a muy temprana edad, cuando lo único que tienen que hacer es divertirse y no sentirse culpables por lo “mal que han jugado hoy” o por si su padre/madre estará “enfadado”, o lo que es peor, “decepcionado” al llegar a casa tras perder un partido.
Está claro que el deporte y la competición moviliza sentimientos y genera emociones que nos permiten evadirnos durante un rato de las tensiones de la vida cotidiana. Todo esto está muy bien, pero cuando vamos a ver a nuestros/as hijos/as no debemos olvidar que, además de sentir y emocionarnos, tenemos que seguir ejerciendo como padres/madres, figuras de referencia que transmitan todos los valores positivos y el lado educativo que tiene el deporte.
Aquí os dejamos un cortometraje, titulado "6 contra 6" y producido por "Aristócratas del Lumpen", en el que, aunque de manera algo exagerada, se puede observar esta presión que algunos padres/madres ejercen sobre sus hijos/as. Creo que es un tema sobre el que nos debemos parar a pensar si no queremos que estos chavales/as abandonen, cada vez a edades más tempranas, el deporte escolar.
Por otra parte, sería injusto olvidar que muchos padres/madres, al igual que entrenadores, monitores y profesionales de este mundo, viven el deporte con actitud positiva, apoyando a los menores ganen o pierdan, fomentando un desarrollo personal más valioso que cualquier copa. En este enlace os dejamos otro cortometraje titulado “L'equip petit” de “El cangrejo TV” que es el reflejo más claro de la cara positiva del deporte escolar.
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