Al nacer somos un proyecto en construcción y necesitamos que las personas encargadas de nuestra crianza, aprendizaje y desarrollo tengan definido hacia dónde quieren caminar. Educar a los y las menores conlleva un proceso de reflexión que permita dar respuesta a preguntas tales como: ¿Qué principios y enseñanzas quiero promover? ¿Cómo lo voy a hacer? ¿Qué es importante realmente?
A través de las normas les transmitiremos nuestros valores, cómo entendemos la vida. Un sistema de normas estable, consensuado por las figuras de referencia, con límites y objetivos claros, les ayuda a controlar sus comportamientos y a ser responsables de sus acciones. Ajustarán su comportamiento en función de las respuestas que reciban o de las consecuencias que tengan sus actos. Las consecuencias deber estar adaptadas a la edad del menor, ser congruentes y proporcionadas, es decir, que tengan que ver con las circunstancias, magnitud, frecuencia y trascendencia del comportamiento.
A la hora de establecer normas y límites debemos seguir unas pautas:
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